jueves, 26 de junio de 2008

Pedaleando en compañia

Lunes 23 de Junio de 2003

Recorrido: de Chantaburi a Ban Phe: 110 km

Madrugue bastante para pasear con las primeras luces de la mañana por el mercado que tanto me habia gustado la noche anterior. A esas horas, ademas de los puestos callejeros de comida a base de tallarines, sopas y refritos que irritaban las fosas nasales, se situaban en las callejas otros que preparaban cafe y buñuelos, lo que por aqui se conocia como "cafe lao". La vida se volvia a poner en movimiento sin demasiada prisa, y los currantes apuraban su cafe antes de marcharse a sus lugares de trabajo. Mujeres con cestas de pescado surtian a otros puestos, y quien mas y quien menos demostraba que ya llevaba horas levantado cuando a mi me costaba abrir los ojos del todo.

Volvi a por mis cosas y tome la carretera de la costa. Al principio me esperaban unos 40 kilometros de autovia, sin demasiado trafico, pero tan ancha y recta que se hacia fea y aburrida. Pero no habia recorrido ni cinco kilometros cuando me alcanzo otro ciclista. Carl era un neozelandes de unos veinticinco años que habia improvisado su primer viaje en bicicleta con unos medios algo rudimentarios. Su mochila colgaba con cuerdas y hierros del sillin de una bici que necesitaba urgentemente un ajuste y algo de aceite, y que sonaba como una carraca. Pero aun asi habia hecho un viaje muy similar al mio. Con parecidas fechas de comienzo y final, y parejos recorridos desde el norte de Tailandia a Laos y Camboya, me sorprendia que no nos hubiesemos cruzado antes. La unica diferencia de nuestros trayectos era que yo habia bajado Laos hacia el sur despues de Vientianne por la ruta del Mekong, mientras que Carl se habia pasado en este tramo al cercano Vietnam para despues cruzar a Camboya algo mas al sur que yo. A cambio, el habia recorrido este ultimo pais casi en linea recta, sin tocar la costa ni las regiones meridionales.

Antes de emprender viaje habia trabajado en el campo y en las minas de oro de Australia, y su acento cerrado que me costaba entender proclamaba su origen bien rural.
Fue agradable tener con quien hablar en ruta, cosa que no me sucedia desde el dia que me encontre a Damien al principio del viaje. Pero cuando me propuso continuar juntos en los dias que nos quedaban hasta Bangkok, casi me asuste. No es que me sentara mal pedalear con el, pero reconozco que soy mas bien un bicho solitario, y prefiero la soledad a la compañia de un desconocido. Un dia esta bien, pero pasar una semana con el no me apetecia demasiado. El en cambio parecia ser mas gregario, y de hecho aquel dia abandono su plan original de recorrer la autovia hacia Rayong y Pattaya por una carretera hacia el noroeste tras un cruce, para acompañarme en mi camino hacia la costa y la isla de Koh Samet. Asi que caminamos juntos, con alguna charla de vez en cuando, durante el resto del dia. La carretera seguia plana y aburrida, pero entretenido con la conversacion se me paso sin pena.

Tras el desvio hacia el sur entramos en una carreterita mas agradable, hasta llegar a la playa. Aparecio ante nosotros un enorme lecho de arena que parecia seguir durante kilometros y perderse en el horizonte. Antes de pensar si quiera por donde seguir, nos dimos un buen bautizo en el mar, y aprovechamos las duchas publicas de los chiringuitos para quitarnos el salitre. Como la playa no estaba ni pisada por la temporada baja, era facil y agradable recorrerla en bici, asi que durante unos kilometros paseamos a un par de metros de las suaves olas que llegaban a la arena. Era maravilloso disfrutar de aquel lugar increible y respirar el aire limpio y humedo de la tarde, pedaleando junto al oceano.








Salimos de la arena para retomar la carreterita que circulaba justo detras de ella cuando la playa se interrumpio por la desembocadura de un rio en el que un bosque de varas de bambu servia de criadero de ostras. Al atardecer llegamos a Ban Phe, el pueblo desde el que partian los barcos hacia la isla de Koh Samet, que se veia no muy lejos al otro lado del mar.
Carl estaba agotado, asi que tan solo cenamos antes de que se fuese a dormir a la pension. Yo me entretuve paseando por el puerto y charlando con la gente (o mas bien intentandolo). Una tailandesa de en torno a mi edad se acerco a hablar conmigo, en un frances muy respetable. Me pregunto por el viaje, pues nos habia visto llegar unas horas antes en la bici. Habia vivido 7 años en Francia, y ante sus evasivas para hablar de su tiempo alli o su ocupacion, comprendi que muy probablemente habia sido victima de alguna mafia, y habia pasado los mejores años de su juventud prostituida. Al menos habia regresado sana y salva a su pais, y no se veia demasiado afectada por su pasado; se la veia feliz, ya rodeada de su familia, y en un lugar donde se podia ganar la vida atendiendo un restaurantito de la zona turistica.