martes, 27 de mayo de 2008

Descanso entre amigos en Pakse

Martes 20 de Mayo de 2008

En Pakse





Me tome un dia de descanso, sin ocupacion ni obligacion, con ganas de charlar con la gente y leer entre ratos. Y fue casi lo unico que hice en todo el dia. Aaron y Philip se marcharon por la mañana, y yo me traslade a un barracon de cinco camas , de las que una habia quedado libre. El precio era muy economico, algo mas de un euro por noche, pero a cambio no se podia dejar nada valioso en el equipaje, a no ser que se quisiera poner el propio destino en las manos ajenas de cualquier otro mochilero que andase flojo de dineros y quisiese rebuscar entre las mochilas. Asi, pasaporte, tarjetas bancarias, dinero... lo vital para el viaje, debia de venir conmigo a todas partes.

Lleve la bici a un herrero para que me soldaran de nuevo la pieza quebrada. Meror que llevarla suelta seria tenerla mal soldada, aunque no me aguantase mas que unos dias. Y a la vuelta del herrero me encontre con Pako, el viajero que ya me habia cruzado un par de veces en Laos, y que venia con una remesa nueva de historias divertidas para contar. Me pase todo el dia con el, charlando con un cafe en la mano en una terraza o en otro bar. Algo bueno de Pako era que sus puntos de vista sobre la sociedad, la Historia o la politica, no eran muy distantes de los mios, y asi podiamos entrar en harina sin que ninguno se escandalizase por la opinion ajena, y entendiendonos sin prejuicios al contraponer ideas diferentes. Mientras llovia y tormentaba en la calle, se nos fue el dia en platicas bajo el toldo de alguna terraza.





Miercoles 21 de Mayo de 2008

En Pakse

Me habia acostado temprano, pues habia reservado el dia para retomar la bici y hacer una ruta de un dia, sin peso de mochilas, yendo y volviendo por la tarde a unas cataratas a unos 40 kilometros al este de la ciudad, por la carretera que conduce a Vietnam. Pero el dia amanecio diluviando, y no dejo de hacerlo hasta bien entrada la tarde. Hice, aun asi, el intento; pero no hube recorrido ni 5 kilometros bajo el aguacero cuando, empapado y helado, decidi desistir y olvidarme de las cataratas. Despues de todo el plan en la ciudad no parecia muy malo, con tanta gente interesante por conocer.

Volvi a la posada a ducharme y cambiarme, y a retomar la rutinilla de Pakse: largas y amenas conversaciones con viajeros que iban y llegaban. Un rato con Pako; un paseo por el mercado con Lanna, una canadiense de 18 años que viajaba sola como el mas aguerrido aventurero. Me costo creer que tenia esa edad, y es que como el resto de canadienses que he conocido en mis viajes, suelen mostrar una madurez y una profundidad en sus conversaciones, que no serian faciles de encontrar en españoles de la misma edad.

Luego nos juntamos con una divertida alemana de padres iraquies, que no era capaz de decir nada en serio; y con un australiano un poco raro que tal vez habia salido directamente de debajo de un flexo a esos mundos de dios. Me reencontre tambien con otra canadiense que habia conocido en Luang Prabang, y que ahora viajaba con una austriaca timida que cuando abria la boca sentaba catedra. Llego Pako con Chelo, una española que vivia en Irlanda pero conservaba todo su cachondeo gaditano, y aun se nos junto una neozelandesa algo mayor que nosotros, y que llevaba un mes recorriendo sola en bicicleta los paises de la zona, en direccion contraria a la mia. De una torre de babel como aquella se puede uno imaginar las buenas risas y las historias curiosas que se sucedian unas tras otras. Y en este cachondeo alargamos la noche mucho mas alla del blando toque de queda que en Laos obliga a todo y a todos a recogerse pasadas las 11 de la noche.