Jueves 5 de Junio de 2008
Recorrido: en barco de Siem Reap hasta Battabang
Tuve que madrugar mucho para poder estar listo y desayunado a las 6 de la mañana, hora a la que me habian dicho que pasaria a por mi el minibus que recogia a los pasajeros para llevarlos a la lancha, amarrada en el puerto unos 12 km rio abajo de Siem Reap. En un principio habia pensado hacer esta distancia en bici, pero con ser la salida tan temprana hubiera tenido que ponerme en camino de noche para asegurarme de encontrar el barco a tiempo. Asi que hice de turista contra mi gusto, y por primera vez desde aquel tren que me llevo a Chiang Mai desde Bangkok, tome un transporte que no fuese mi bicicleta o una barca para cruzar algun rio.
Los brillos dorados del amanecer levantaban las ultimas brumas del rio mientras la ciudad se desperezaba. Los habitantes de las casitas clavadas en el lecho del agua sobre pilares de madera iniciaban sus jornadas aseandose con el agua del mismo rio recogida con un pozal atado a una cuerda. En el minibus no era yo el unico occidental, aunque me apetecia poco charlar con otros viajeros tal dia como este, en que preferia no distraerme de los detalles del rio y el lago. Pronto la carretera dejo de ser parte del paisaje para elevarse una decena de metros sobre el, en un artificial reguero ancho de tierra sobre un plano de matorrales que al final de la epoca lluviosa formaba parte del fondo del lago. Las unicas casas que no estaban construidas sobre estructuras flotantes y ancladas en la baja del rio sobre sus aguas, eran las que sobre pilares se aferraban a la estructura de tierra sobre la que se habia levantado la carretera para evitar que quedase bajo agua con la crecida. Asi este camino sin salida iba a morir en un ramal de rio que llegaba, poco mas alla, a la orilla del lago en la temporada seca; pues en la temporada lluviosa cualquier borde de la carretera podia servir de embarcadero.
Cuando solo quedaba un kilometro para este, desaparecio el asfalto y entramos en un barrizal. Unas maquinas removian el terreno para reparar los destrozos de la lluvia, y el barro resbaladizo atrapaba a los vehiculos que, por mas que intentasen avanzar o retroceder, no hacian mas que escorarse peligrosamente hacia el talud, como si sobre hielo se deslizaran. Visto lo cual preferimos apearnos y embarrarnos, antes que arriesgarnos a bajar al fondo seco del lago con furgoneta y todo.
Baje la bicicleta de la baca del vehiculo, monte las alforjas, y camine como pude por el suelo pegajoso; unos cientos de metros mas adelante, el barro no estaba tan removido y ya pude pedalear hasta el embarcadero, a penas unas tablas uniendo el barrizal sobre el que se anclaban casas flotantes ahora varadas en tierra, con algunas lanchas techadas. Subi la bici y los bultos, y busque acomodo bajo el techo, en una fila apiñada de asientos.
Durante unos minutos viajamos rio abajo por un estrecho canal en cuyas orillas flotaban casas de madera construidas sobre balsas de bambu o bidones vacios. Otras no eran casas aunque su funcion lo era, tan solo barcas con un techo bajo el que toda la vida de una familia discurria. La madre cocinaba en la proa fuera de la cubierta del tejado; se acicalaba el hombre con un espejito mientras los niños se levantaban de la hamaca para ir a la escuela. Al lado de cada casita o barcaza habia algunas canoas con las que se desplazaban a la escuela flotante, a la pagoda o a la iglesia flotante, que tambien se veian por aquellos lares; al mercado flotante, al bar flotante. Flotantes eran las barcas de las vendedoras ambulantes que llevaban todo tipo de mercancias de casa en casa, remando despacio por la calle liquida.
En breve salimos al amplio Tonle Sap. No alcanzaba la vista su orilla opuesta, tomando mas el aspecto de un mar que de un lago. Por el lado de costa que dejabamos se extendia un reguerito de casas sobre el agua, que con el nivel minimo de esta epoca del año se anclaban a tierra firme, aunque no se viera a nadie caminar por ella. Cubierta de enmarañados matorrales de poca altura, nadie se molestaba en aclararla o prepararla, dado el ciclo de crecidas y bajadas de su nivel que hacian esos tramos de tierra completamente inservibles. Asi, cuando la epoca de lluvias elevaba varios metros el nivel del lago, este avanzaba varios kilometros tierra adentro, convirtiendo las aldeas en islas humanas lejos de tierra firme.
El Tonle Sap era un ingenioso invento de la Naturaleza. Conectado al Mekong a traves de un canal que lo desaguaba al rio en Phnom Penn, invertia su curso cuando la epoca de lluvias hacia crecer tanto el caudal del Mekong como para subir canal arriba y llenar el lago, que se convertia de esta manera en regulador de sus crecidas en el delta. En esa epoca la superficie del lago se multiplicaba, y todas las aldeas se hacian verdaderamente flotantes.
Tras una hora de lago tomamos el ramal de otro rio que llevaba hacia el oeste, y luego al suroeste, hasta Battabang. Durante las 6 horas de dificil recorrido por su somero lecho en bajo caudal, casi nunca dejamos de ver aldeitas formadas no se sabe si por casas o por barcas grandes, con un estilo de vida particular, aislado y muy diferente de la del resto del pais. La lancha hacia de autobus local, y cada poco paraba a la llamada de algun local que voceaba o salia al encuentro en su canoa, llevado por alguien que despues regresaba con la barquita. Y cada poco alguien se apeaba en otra canoa u otra casita flotante de las aldeas del recorrido. Era sorprendente ver que, sin cables ni corriente electrica, ni servicio de aguas mas que la propia embarrizada del lago o el rio, era rara la choza o barca vivienda que no dispusiera de una antena y un televisor, y supongo que de un generador de gasoil que lo alimentara. Era sorprendente el poder omnimodo del mostrenco, y su voracidad llegando a los ultimos rincones del planeta.
La vida de la mayoria de sus habitantes discurria en los escasos 4 metros cuadrados de las barcazas techadas, y si no estaban pescando con las canoas y sus redes circulares, pasaban el rato en las escasas tareas que una vida asi les proporcionaba. Por eso la mayoria se veian tumbados a la bartola, no importaba la hora del dia, sobre las hamacas que colgaban del techo.
Disfrute del recorrido sentado en la proa del barco. Solo habia sitio para uno, y como fui el primero en tomar la iniciativa de desapiñarme de la bancada de asientos y salirme afuera, aproveche las mejores vistas y el mejor aire fresco del paseo; aunque tras 6 horas al sol me descuide sin protector, y acabe con el cuello y la nariz tostados.
A las 2 de la tarde llegabamos a Battabang. Una ciudad voluminosa y ajetreada que contrastaba con los lugares perdidos y apeados del ritmo moderno que acababa de recorrer. Trazas de su pasado colonial frances y del dominio tailandes durante los ultimos siglos, hacian a Battabang distinta y atractiva, aunque tan sucia como era costumbre en Camboya. Sus comercios vibrantes y su velocidad postmoderna me chocaban, acostumbrado como estaba ya a la mera tranquilidad rural. Su especialidad eran las tallas en madera, sobre todo en raices de grandes arboles, retorcidas y magnificas, en las que se buscaba la manera de encajar dragones, budas, princesas, o lo que fuese menester. Despues de acomodarme en una pensioncita apañada, me di un paseo para ver algunas de estas esculturas.
En un rincon frente al rio con unas estupendas vistas del atardecer, estuve de contemplacion hasta que vino a hablar conmigo un chaval de 18 años que hablaba ingles mejor que yo (cosa harto facil, debo reconocer). Me conto de todo, incluida su vida. Su padrastro lo habia apuñalado hacia dos años, de lo que conservaba una buena cicatriz en la cara. De aquello no habia vuelto por su casa; y lo que me gusto del asunto es que en cualquier pais del mundo subdesarrollado, posiblemente hubiese acabado de mendigo en la calle, o mas posiblemente dedicado a la delincuencia, como sicario o similares. Pero Jon, como se hacia llamar, habia sido recogido, como era normal en estos casos, por los monjes de uno de los templos de la ciudad. Con eso tenia las necesidades basicas cubiertas, y encontraba tiempo para trabajar como mototaxista, y con el dinero pagarse sus estudios secundarios, y a fe que lo aprovechaba bien en ingles. Me hablo de los campos de la muerte, lugares del entorno conocidos por haber sido escenarios de ejecuciones masivas en tiempos del Khmer Rouge. Tambien me empezaba a parecer que la gente exageraba mucho a la hora de contar estas historias, pero despues de todo estaban en su derecho. Por lo visto existia un turismo especializado en recorrer los escenarios del genocidio, en un extraño y morboso gusto que yo no llegaba a entender. No me acercaria yo a uno de esos lugares como no fuese a llevar un ramo de flores. Pero hay gustos para todo. Tambien me hablo de las proximas elecciones, que seguramente ganaria de nuevo Hun Sen, el viejo presidente del CPP ex-comunista y provietnamita, que segun Jon gozaba de gran apoyo popular por haber sacado adelante un pais destruido y despoblado.
Aunque seguia con mis malestares y dolores, no veia el momento de ponerme en camino de nuevo con la bicicleta. Asi que no tarde mucho en meterme en la cama para poder aprovechar bien la mañana.